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¡¡LEE ESTO PRIMERO!!

C15: Matar una enemistad


"¡Jaaa, jaaa!" Con el aliento saliendo de su boca y su cabeza llena de sudor frío, Weiqing sintió que sus ojos se volvían blancos mientras luchaba por abrirse paso a través de las cañas y corría hacia la orilla del río, ¡un profundo miedo penetraba en todo su cuerpo!

Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos. Cuando Lao Liu vigilaba la valla, corrió con prisa hacia la parte trasera de la montaña para hacer sus necesidades, ¡sin darse cuenta de que allí acechaba un corzo tigre con los colmillos al descubierto!

El corzo tigre arrancó uno de los brazos de Lao Liu de un mordisco, rociando sangre por todo el suelo, luego, con una estocada de sus patas, pisó a Lao Liu y trató de morderle la cabeza. En un apuro, Weiqing agarró una roca, gritó y le pegó al animal en la nariz.

El corzo tigre gruñó, dejó caer la carne humana que ya estaba en su boca y volvió la cabeza hacia Weiqing.

Lao Liu gritó: "¡Corre! ¡Corre! ¡Corre!" Weiqing huyó por otro camino, pero los demás, al ver al feroz corzo tigre, no se atrevieron a ayudar y corrieron por sus vidas.

El pequeño Weiqing tuvo que zigzaguear hacia el este y el oeste, utilizando el exuberante pantano de juncos para cubrirse. Pero cuando llegó a la orilla del río, sus fuerzas claramente no eran suficientes, y el camino estaba tan embarrado que le temblaban las manos y los pies.

Su corazón latía tan rápido que parecía a punto de estallar en su garganta, Weiqing inhalaba con fuerza, pero aún sentía dolor en el pecho y sus labios estaban secos y agrietados. En un trance escuchó el sonido de los cascos de un caballo por detrás. ¡Debía estar soñando!

¡Incluso un soldado no se acercaría tan fácilmente a esta bestia endemoniada!

"¡Ah!" Los pies de Weiqing se debilitaron y cayó al suelo, luego rodó por una pendiente empinada y cayó en un gran pozo con juncos dispersos y agua fangosa.

Detrás de él estaba el río que tronaba, y antes de que Weiqing tuviera tiempo de levantarse, ¡el corzo tigre saltó del pantano de juncos y se abalanzó sobre él!

"¡Aaah!" Weiqing estaba tan asustado que todo su cuerpo se debilitó, pero no cerró los ojos. Miró al corzo tigre, observando sus afilados dientes como una guadaña, que se dirigían directamente a su garganta.

¡Ping!

En el momento en que el colmillo tocó a Weiqing, la sangre carmesí brotó primero, una flecha de hierro del grosor de un pulgar penetró diagonalmente en la garganta del corzo tigre y le rompió uno de los dientes.

Sin siquiera un gemido, el corzo tigre cayó pesadamente al barro, salpicando agua como si estuviera lloviendo, empapando a Weiqing.

La cara de Weiqing estaba goteando con aguas residuales, pero no tenía la fuerza para limpiarla, solo se quedó mirando el cadáver del corzo tigre que gradualmente estaba volviendo rojo el charco de barro, como si todavía estuviera en un sueño, solo sus hombros seguían temblando e inhaló bruscamente.

"¡Aviso! ¡Fue la flecha de la Novena Alteza!" De repente, el grito de un soldado llegó desde la empinada pendiente frente a él.

Solo entonces Weiqing notó que el extremo de la flecha de hierro estaba atado con una seda amarilla con una palabra, pero Weiqing no podía leer ni escribir y no sabía qué estaba bordado en ella.

"¡Tonterías! ¡Este príncipe también le disparó! ¡Abre bien tus ojos de perro y podrás verlo claramente!" El carruaje del Gran Príncipe se detuvo por la empinada colina y casi se cae. Había disparado una flecha, pero había sido derribada por la flecha de Huangye y había caído al río.

La flecha del Gran Príncipe estaba atada con seda roja, mientras que la de la Novena Alteza era de seda amarilla, por lo que el soldado podía saberlo de un vistazo.

"Su Alteza, de hecho, es la flecha del Noveno Príncipe, no hay otra" El soldado saltó por la empinada pendiente y examinó cuidadosamente el cadáver del corzo tigre antes de informar con sinceridad.

"¡Huangye tú...! ¡¿Cómo te atreves a robar mi presa?!" El Gran Príncipe, sintiéndose avergonzado de sí mismo, miró hacia arriba y maldijo en voz alta.

"Luo De, lleva el corzo tigre al campamento" Huangye les dijo a sus hombres, ignorando los regaños de su hermano mayor y sin siquiera decir gracias de una manera educada.

¡Esto enfureció tanto al Gran Príncipe que quiso matar a alguien de inmediato para aliviar su ira! Con un feroz tirón de su látigo, condujo el carruaje hacia abajo, y las ruedas tambaleantes estaban a punto de atropellar el cuerpo de Weiqing cuando otra flecha voló como un meteoro.

La flecha atravesó el eje del carro y lo partió en dos, haciendo volar astillas de madera, las ruedas cayendo y el enorme carro volcando sobre el charco de barro, mientras los cuatro caballos, asustados, ¡detenían apresuradamente sus cascos y arrojaban al Gran Príncipe fuera!

"¡Su Alteza!" La multitud exclamó, el gran príncipe cayó de nalgas en la playa rocosa, ¡gritando de dolor!

Su hermoso carro dorado era ahora una pila sucia de madera de desecho.

"Es uno de los míos" le dijo Huangye a su hermano mientras se acercaba a su caballo sin prisas: "y no lo matarás".

"¡¿Qué?! Pero un paria que maneja el asedio, ¿cuándo se convirtió en tuyo?" El Gran Príncipe se limpió el lodo de la cara, estaba furioso.

"En este momento." Huangye respondió con frialdad: "Padre había decretado que cualquiera que lograra capturar el corzo tigre podría recibir una recompensa, independientemente de su rango y dignidad, entonces yo lo recompensaré como mi sirviente".

"¡Tú...!"

"El río es ventoso y está infestado de serpientes de agua, así que es mejor que te levantes rápido, huang xiong" Huangye se burló, tomó las riendas y condujo su caballo al lado de Weiqing.

"Levántate" dijo Huangye condescendientemente.

"¿Mmm...?" Weiqing parpadeó con sus ojos grandes y negros, todavía incapaz de comprender la situación actual, y aún más incapaz de creer que este joven con apariencia hermosa le había salvado la vida.

Huangye se inclinó con impaciencia y recogió a Weiqing del agua fangosa como un halcón atrapando a un polluelo, y le arrojó sobre el lomo de un caballo que transportaba presas.

Weiqing tuvo que acostarse junto al corzo tigre que aún estaba caliente.

"De regreso al campamento." A la orden de Huangye, los jinetes lo siguieron y partieron majestuosamente.

Uno podía imaginar que Huangye, que regresó con el corzo tigre, seguramente recibiría los elogios del Emperador, así como un centenar de funcionarios arrodillándose y coreando: ¡Su novena alteza tiene mil años!

El Gran Príncipe se subió a la silla de mala gana con la ayuda de sus compinches, y aún le dolían mucho las nalgas.

¡Esto no lo olvidaré! ¡Haré que te arrepientas, Huangye! Con una idea en mente, el Gran Príncipe ordenó a sus hombres que siguieran cazando y regresó al campamento para curarse.

NOTA DE TRADUCTORA:

Oh, el primer encuentro. El patito feo y el bello cisne awww

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